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Desde estas líneas queremos desenmascarar la cruel realidad de la Iglesia Católica, esta terrible máquina de represión mental que forma parte del complejo aparato de control de masas , culpable directa del aborregamiento general. La Iglesia Católica es culpable directa de:
_ Los asesinatos por herejía y brujería de tantos brillantes científicos que osaban poner en evidencia las creencias católicas. Estamos hablando de la Santa Inquisición. _ Más asesinatos, durante la Guerra Civil Española, siendo ejecutado todo aquel que no compartía los dogmas católicos. _ Participación, durante la Segunda Guerra Mundial, en el expolio de oro judío que fue a parar a las arcas del Vaticano. _ Los actuales problemas generados en cuestión de planificación familiar, por condenar el uso del preservativo por considerarlo antinatural (más antinatural es practicar el sacerdocio, ya que han sido dotado de unos órganos reproductores que el celibato no les permite utilizar, y aún así, los sacerdotes que han mantenido relaciones sexuales con menores no son tan minoría). A todos esos feligreses que lucen en la solapa el ya famoso lazo azul (consecuencia del control mental del que antes hablábamos) condenando los asesinatos de ETA y la complicidad de HB, recordarles que la Iglesia Católica es culpable de infinidad más de víctimas, y vosotros, feligreses, cómplices que con vuestras limosnas y aportaciones a través de impuestos, estáis pagando un impuesto revolucionario católico. El colmo de la hipocresía se da cuando el gobierno español ()democrático?) decide aislar del plano político a HB por no condenar el asesinato de M.A. Blanco durante el verano de 1997, a la vez que la Iglesia Católica se niega a pedir perdón por su colaboración con el régimen franquista. Si estamos en contra de la violencia, estamos en contra de todas las violencias, y no solo de las que no acepta el matrimonio Iglesia-Estado. Para quien creía que este matrimonio había desaparecido, os informamos que no solo no ha desaparecido, sino que están vigentes los privilegios de la Iglesia Católica conseguidos por bendecir el asesinato de rojos durante el franquismo. Es muy triste que después de 20 años de democracia (?) puedan haber manifestaciones cristianas (todos encapuchados, sin que por ellos se les aplique la ley antiterrorista) como en Semana Santa, sin que esto sea delito por ofender el sentimiento no cristiano, mientras que en 1988, bien entrada la democracia, por hacer una manifestación atea en Zaragoza, pidieron a sus responsables seis meses de prisión por escarnio a la religión. Esto no es más que un ejemplo ya que los hay mucho más recientes. A comienzos de 1997, cuatro personas fueron acusadas de ofender el sentimiento religioso, responsabilizándolos de las aparición de unos carteles en que se invitaba a la apostasía. A estas personas las piden una pena ejemplar de más de 80.000 ptas. por daños al inmueble público y 540.000 ptas. por ofender a los cristianos (esta última pena es para cada uno de ellos, es decir, el matrimonio Iglesia-Estado se pretende reembolsar más de 2.100.000 ptas.) Estos no son más que unos ejemplos sobre su supuesta libertad de expresión. Mientras que la religión está en nuestras fiestas, en nuestras escuelas, en nuestras leyes, en nuestras vidas... no dejan que nuestras ideas no acordes con sus parámetros cristianos se puedan expresar en la calle... esta es su moralidad, su democracia y su libertad de expresión, mientras nos bombardean por todos lados sobre la supuesta neutralidad de nuestro Estado del Bienestar. Un estado tan neutral que nuestros representantes no dudan dos veces en ir en primera fila en estas manifestaciones del tipo KKK antes señaladas. El mismo estado que no se investigue, por parte de las autoridades italianas, al arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, por su presunta implicación con la Mafia italiana. Esto son hechos no simples especulaciones. Los objetivos inmediatos de este colectivo son la prohibición por ley del bautizo antes de los 16 años para evitar el adoctrinamiento (que cada individuo tenga la posibilidad de decidir por sí mismo) y la derogación de los artículos 522. 523. 524. 525 y 526 del Código Penal, ya que coartan la libertad de expresión, que es algo más que una ley, es un derecho fundamental. Aunque nuestra finalidad es la de acabar con todas las sectas, incluida la católica. El Viejo Topo Volver
Espero que no le moleste que le dirija unas líneas. Con ellas no deseo ni ofenderle a usted ni a ningún católico; allá cada cual con sus creencias. Déjeme precisarle, sin embargo, y antes de entrar en materia, que yo no soy cristiano, aunque tengo algún buen amigo que sí lo es. Fui bautizado y educado en el catolicismo, pero perdí la fe cuando, ya adulto, leí ese libro maravilloso llamado Biblia, que se suponía escrito Bsegún me habían enseñado- por intervención divina. Descubrí allí un Dios sanguinario e implacable, que exigía que ciudades enteras fueran pasadas a cuchillo, que incluso imponía el asesinato de los lactantes. Aquel Dios, señor Papa, no era para mí. Las lecturas posteriores de los Evangelios, con un Dios mucho más tolerante, mucho más humano, no consiguieron borrar de mi conciencia la huella que el Dios inmisericorde que Josué y David habían impreso. Así que aprendí a vivir sin más fe que la que puede depositarse en el género humano. Pero incluso sin fe, sin estar demasiado interesado en los asuntos de la Iglesia, a menudo me pregunto que lleva usted en la cabeza, en que piensa, cuáles son sus sentimientos. Me pregunto: )creerá realmente ese hombre que Dios está tras él, que cuanto hace está inspirado por el Altísimo?, )se sentirá un intermediario divino, o más bien el jefe de una inmensa burocracia, de un aparato de poder económico, ideológico, también, por supuesto, religioso?, )cómo es la fe del Papa? Pienso en lo que haría yo si fuera Papa y creyera en la existencia de un Dios justo y misericordioso. Entonces me veo en Sarajevo. Aunque mi seguridad no estuviera garantizada por los hombres Bmi alma estaría en manos de Dios-, exponiendo mi pobre cuerpo miserable al albur de la Providencia. Salto a otra imagen y me veo entre los pobres, a pie, sin papamóvil, sin jefes de estado que me reciban al pie de la escalera del avión esperando que deposite un ridículo beso en el sucio asfalto de la pista. Me veo proclamando la igualdad real de las mujeres, el amor Bfísico también- entre seres humanos que se necesitan. Me imagino compartiendo las alegrías y miserias de mis contemporáneos, sus tristezas, su dolor, su indignación ante la injusticia. Y me veo entre ellos, junto a ellos, no en un púlpito, no en un balcón, no en una plaza atestada de fans incondicionales. Son fantasías, claro. A veces sueño. )Sabe que soñé el otro día? Yo era usted, y recibía en el Vaticano a una delegación japonesa. Fueron directos al grano: querían La Pietá. Ofrecían mil quinientos millones de dólares. Un cardenal siciliano cayó en redondo, casi se desnuca. (Vender esa obra genial, nunca! Todos estaban alborotados. Todos menos yo. Tomé una decisión casi al instante: (vendida! Durante unos días tomé precauciones, ya sabe, con la comida y esas cosas. Después de todo más de un Papa ha muerto por sorpresa. Mandé hacer una copia exacta de la obra. A su lado hice instalar una placa. En ella se leía: Lo que usted está viendo es una copia. El original está enterrado en los corazones de cien mil niños ruandeses, en cien mil pozos en la India, en cien mil escuelas en todo el mundo, en hospitales, en herramientas, maquinaria agrícola, material de todo tipo. Creo que en Japón la instalaron en una urna a prueba de todo, a la entrada de una fábrica de automóviles. Allí podía contemplarse el original, pero por alguna razón la gente prefería contemplar la copia. Sólo era un sueño. Pero quería contárselo.
Octubre de 1.994
Esta postura tiene su justificación, una justificación tan coherente como que según el Antiguo Testamento, Eva, la primera mujer de la historia (((ojo!!, según el punto de vista cristiano) incitó a Adán a cometer el pecado original, y desde entonces se personificó a la mujer con el mal y el engaño y el hombre con la pureza y la inocencia. ((Pues si que empezamos bien!! La historia ha sido testigo del patético espectáculo ofrecido por la jerarquía católica en el tema de la mujer, que como personificación del mal y ellos, hombres de Dios, debían tratar como un tema aparte. Durante muchos siglos evitando la participación de la mujer en la vida clerical (o en todo caso encomendándole tareas de poca monta) y hoy en día inmiscuyéndose en temas sociales tan delicados de tratar como el aborto, la anticoncepción o la planificación familiar, para encima ser víctima de histéricas campañas de repulsa por parte de las instituciones católicas, secundados por sus discípul@s convencid@s. Abramos los ojos. En una sociedad supuestamente democrática no hay lugar para una institución que discrimina continuamente por razones de sexo; ya sabemos que según la iglesia la única razón de ser de la mujer en el mundo es su fecundidad, postura totalmente retrógrada, sexista y discriminatoria. La hipocresía y la doble moral se hacen patentes cuando en 1.967, y bajo el papado de Paulo VI, aparece la encíclica que hace obligatorio el celibato (Sacerdotalis Coelibatus) entre el personal eclesiástico. Esta ley provoca que seres mentalmente inestables y sin personalidad propia (sacerdotes, víctimas de un salvaje adoctrinamiento católico en los seminarios) se conviertan en auténticos perturbados incapaces de controlar su cuerpo e intentan sacar provecho de su posición privilegiada. De esta manera aparecen sátiros de confesionario que juegan con la sutilidad y el engaño, además de aprovechar el bajo estado de ánimo de muchas de sus víctimas para hacer confundir el "amor a Dios" con el "deseo hacia el sacerdote". Estas acciones son penadas por las leyes católicas con la secularización (excomunión) de estos sátiros de confesionario, pero a la jerarquía católica le conviene más alejar a éstos de donde se produjo otro hecho aislado a otra parroquia más tranquila, a prescindir de ellos en plenas crisis de fe y deficitaria plantilla de sacerdotes. En definitiva, es totalmente incompatible el hecho de ser mujer con pertenecer a un iglesia (institución) que degrada a un ser por culpa de algún cromosoma fuera de lugar.
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Extraído del Viejo Topo |
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