La sagrada astucia
que guardas ahí dentro
de secretos inconfesables
de maldad aprendida.
La sagrada estafa
de solera milenaria
se ve maldita ahora
ante los ojos del mundo.
Portador de la vieja
mala,
de alias sacerdote.
Mírate cuando
puedas,
reclámate honestidad,
y marcha más allá de ti
a donde seas útil.
Tu consejos vacíos
de corruptos dogmas
no servirán mañana,
para ayudar al hombre.
Aunque no lo creas,
tu mismo eres tu cruz.
Tu, sacerdote y mentiroso,
por parasitar a muchos tuyos
serás maldito entre las gentes
que ahora se atreven a buscar.
Recuerda buen cura,
que mañana,
al girar la mirada,
tras de ti, oirás,
susurrandote el tiempo,
que no revelaste nada.
Otros antes de ti,
delataron tu santo arte.
¿Que sabrás
tu de dios?
si sólo entiendes de dinero,
mercader de sentimientos
pecador de normas propias.
¡Que distante
vagas
de conceptos divinos!
Si pretendieras honradez
te aplicarías a ti mismo
las absurdas enseñanzas,
de ese poderoso dios dinero.
Cuando seas mayor, sacerdote
serás un buen cura corrupto.
Y serás testigo
de tu duelo.
Antonio Ángel Judas.
Junio del 2003
|