Entubado, almuerzo con morfina
que alarga el dolor de lo que quedo,
inmóvil, abatido, está mi cuerpo
postrado sobre un lecho, sin salida.
¿Qué será de mi mañana,
si no puedo
gritarte la tortura de ésta herida?,
que me acerca silencioso a un infierno
y se ensaña lentamente con mi vida.
Despedirme de los mios siendo cuerdo,
libre del dolor que me ha vencido
y se burla de quien fui tan cruelmente.
Sin retorno a la esperanza, convencido
suplico a los hombres el derecho
de partir como un hombre, dignamente.
Por
A. Ángel Judas S.
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