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Crucifijos de color que quebrantan
risas inocentes, y unos dogmas que separan;
proselitismo entre ciencias naturales
que ocultan los valores de los hombres.
Y allí, en el colegio laico que
debiera,
se pintan imágenes y lágrimas de vírgenes
que adoctrinan, silenciosas, nuevas almas,
mientras los derechos humanos, se olvidan.
Otros niños, al entrar el religioso
se disgregan
pues sus padres sustituyen el dogma por la ética
o la historia, como mito, la leyenda de otros dioses,
y apartados del rebaño, aprenden cosas ciertas.
Que el colegio es la base de valores universales,
¡que el colegio es un colegio! ... no una iglesia.
Por
A. Ángel Judas S.
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