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Historias y relatos desde niño me han contado
mis padres, abuelos, hermanos y amigos
sobre cosas que no había visto, ni sentido, ni escuchado
historias que hablaban de seres sobrenaturales invencibles
venidos de otros mundos a darnos un mensaje de salvación.
Un mensaje alentador para olvidarnos del mundo real
y sumergirnos en un mundo de falsas esperanzas
de un próspero futuro en un más allá irreal
como el que prometen los astros, las hierbas y las cartas
Dicen que debo adorar a un dios que ni siquiera conozco
que no he visto ni en mis más profundos sueños
quieren que ante una imagen de piedra me arrodille
mientras que ellos con esa agua que llaman bendita
de mi vida se hacen dueños
No entiendo porqué se habla tanto de él
hasta le dedican una semana al año
para celebrar y al mismo tiempo llorar su muerte
si cuando esa semana termina se olvidan de todo ese daño
Qué diría ese ser supremo si en realidad existiera
tal vez se avergonzaría de ver sus hijos prostituídos
sentiría un enojo enorme por tantas promesas de amor
tanta gente pobre, sufriendo y por ellos mismo excluídos
Soy ateo y me siento orgulloso de ello
a pesar de los prejuicios, mi vida es hermosa
vivo el día a día sin sentir remordimiento
no me importa que seamos pocos y que esta idelogía no sea tan famosa
No me importan las historias con finales trágicos
que contra nosotros se han inventado
la gente, los pastores y los curas
pues sólo con mis argumentos me los he enfrentado
No somos mayoría pues no estamos mercantilizados
no prometemos milagros, tampoco indulgencias
no tenemos líderes mundiales que salen en televisión
con políticos y estrellas famosas que les brindan mil y una reverencias
Cada día vamos creciendo, el mundo está despertando
esas promesas de vida eterna, no se las cree ni mi sobrino
la ciencia mata la fé y pone a tambalear al clero
eso muy bien lo sabe el pastor, el ayatola y el rabino.
Por Javier Leonardo Sánchez Buitrago
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