|
Cuando mi tiempo su vivir acabe
y pálido mi rostro se despida
de aquellos que me amaron en la vida,
que nadie llore, ni mi fosa cave.
Ser libre quiero, libre como el ave,
al súbito llegar de mi partida.
Ser libre al fin, por la mortal herida
que al hombre llevará donde no sabe.
Cuando mi cuerpo duerma sin querella,
descansaré de atormentadas lizas
y habré pasado, cual fugaz estrella.
No quiero tierras ocres ni calizas.
Mi cuerpo al fuego dad, y a la mar bella
mi póstumo puñado de cenizas.
|
|